jueves, 3 de noviembre de 2011

Si de lo que se trata es de hablar en serio, te digo que no se cocinar, nunca limpio, no se hacer ni la cama, ni preparar un simple café. Me cuesta escuchar a la gente, soy egoísta, me lo dicen a menudo. Me enfado por tonterías y no me ando con rodeos a la hora de decir las cosas. Me gusta que me digan "que guapa estás", aunque sea mentira. Si seguimos hablando en serio, me cuesta dormirme antes de las dos de la mañana. No me gusta que me mientan y tampoco me gusta mentir. Reconozco mis errores, aunque algunos cuesten, siempre lo hago y me gusta que los que me rodean también lo sepan hacer. Intento llevar la razón siempre, pero confieso que el 95,5% de las veces no la tengo. Me gusta darme un baño con mucha espuma y con sales con aroma de coco todas las semanas. Me encanta ir a la playa, ponerme morena y jugar con la arena, aunque tampoco me gusta el exceso de ésta. No me gusta nada llorar, pero a pesar de que doy apariencia de no hacerlo nunca, lo hago todas las semanas, o cada tres días incluso. Soy de esas personas que le dan la vuelta a la tortilla siempre o que le buscan tres pies al gato. No me gusta el frío, pero de vez en cuando me gusta sentarme al lado de una ventana con una manta, un buen capuccino con mucha canela y con un buen toque de azúcar y ver las gotas de agua deslizarse por los cristales. Adoro el sol, y las tormentas, a pesar de que le tenga pánico a los relámpagos cuando estoy fuera de casa. Me gusta ver una buena película romántica tirada en el sofá de mi casa, con un zumo de naranja y papaya y unas buenas palomitas. Confieso que hay mil cosas más que me gustan, y tres mil más que odio, y confieso, que lo que más me gusta y odio a la vez, eres tú.

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